domingo, 15 de agosto de 2010

te regalo un qui


El alcohol recorría ya mi torrente sanguíneo, las agujas ya no podían marcar horas. La noche y algún que otro testigo tecnológico eran los únicos capaces de expresar alguna fiel afirmación. El frío recorría mi zona espinal y fue entonces cuando asimilé que mi esbelta y trabajada figura yacía tendida en las arenas de una paradisíaca playa patagónica. Las carcajadas de mis fieles camaradas denotaban mi grado de ebriedad. Pero eso no era un problema en las tierras de mis pares.

Qué noches aquellas en las que solo importaba la amistad y nos conformábamos con una simple botella de litro y medio de Coca Cola cortada a la mitad rellena de un 90-2-10!

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